martes, 15 de abril de 2014

Media Maratón del Glaciar 2014: "es el pulso de las cosas"




Aquí fue esta aventura: Glaciar Perito Moreno 
(Foto Raúl Trujillo Gitterman)

Un sonido acompasado, perfectamente rítmico.

Toc, toc
toc, toc
toc, toc

Eran los pasos como el segundero de un reloj.
Sólo eso rompía el silencio reinante. Eso y un jadeo.

De repente, pájaros, bosque, cielo, humedad. Una sinfonía natural marcando el pulso de las cosas; "y todo mi corazón se vuelve delator"...

Súbitamente, TODO. Mis ojos ven y notan esas decenas de delgados troncos de árboles que conforman un bosque verde y hermoso. Las aves que revolotean, el cielo muy azul, el olor a bosque, a madera, a la humedad de la tierra, el aire frío pero perfumado por vaya a saber cuántas fragancias juntas.

De repente, esos pasos acompasados se convirtieron en un sonido mántrico que quedó de fondo, y el pensamiento "terrenal" se elevó.

Iba corriendo agitado, tratando de controlar la respiración, inspirando profundamente, relajando el cuerpo.
Muy concentrado en la carrera, en las curvas, en las cuestas, en la distancia. Pero de repente, me dí cuenta de eso; de que estaba solo.
Sí; en medio de una carrera, por primera vez en mi vida de corredor, me encontré solo. Y fue una soledad hermosa y feliz.


Esto vieron mis ojos
(Foto: Tomy Coudures)


Correr en el sur del sur

Pasó en la Media Maratón del Glaciar.
Mi segunda vez corriéndola. Volver después de un año y seguir boquiabierto en la salida, a metros del Glaciar Perito Moreno. Ese magnífico regalo de la naturaleza, tan lindo, tan impactante, que uno ni siquiera quiere escuchar la explicación de cómo se formó. No hace falta, no me expliquen el truco de MAGIA. Sólo dejen que me sorprenda y que lo disfrute como si fuera un niño, con la pequeñez de un ser humano ante la magnificencia de la naturaleza. No quiero saberlo. No quiero lógica, dejenme seguir enamorado.

Unas 500 personas para los 10 kilómetros o los 21. Depende del coraje y de las capacidades individuales. El frío no importa, porque todos llevamos buen abrigo.
Otra vez una tribu de corredores desde todos los puntos del país y muchos desde el extranjero, principalmente Brasil, dijimos presente en la cita el 12 de Abril.

El primer kilómetro es en una pronunciadísima pendiente. Cualquiera puede bajar a buen ritmo, pero el tema es que las dos distancias retoman el camino para volver, y esa cuesta que te entusiasma en la largada, te recibe implacable en la vuelta, como el remate del final.
Es el km 9 si corrés 10. Es el 20 si corrés 21.

El día previo, viernes (porque las carreras de Run Argentina siempre son los sábados por la mañana), nos habían advertido de la poco gentil cuesta. Una charla técnica completísima e impecable.

"Fácil de bajar, difícil para subir". Esa y otras cuestas y falsos llanos en el camino. Una de ellas, de 500 metros de extensión, con un ángulo de inclinación poco deseable. No es un 10k fácil; es exigente y bello. Pide mucho y da mucho. El trato vale la pena; el glaciar y yo nos damos la mano y sellamos el pacto. A correr.

Y ahí fuimos... las remeras rojas contrastando con el blanco infinito del hielo del glaciar y con el azul rabioso del cielo. Los "loquitos por correr" que llegaron en banda, los turistas, los locales, los amigos de la prensa; Sergio y Koda de Brasil, Raúl y Ricardo de Chile, Marcelo Gantman, los chicos de Run Argentina... todos.

Abrigo, por supuesto; calza larga, remera de "primera piel", arriba la remera oficial, mangas cortas. También un buff en el cuello, guantes y hasta una gorra, que a los 2 kilómetros voló de mi cabeza y corrió en mis manos, ya había entrado en calor. Todo lo demás estuvo bien.




La largada. A la derecha, la majestuosidad del Glaciar
(Foto Raúl Trujillo Gitterman)


Uno, dos, tres, cuatro... pasaban los kilómetros y decidí a correr lo más fuerte que pudiera. En el km 5, los que corríamos 10, retomábamos y volvíamos por el mismo camino para completar el circuito. Los de Media Maratón iban hasta el 10,5 también para retomar.

Así se fue despejando. Llegando al km 5, de frente venían los que ya estaban de regreso en mi distancia. Los cuento y noto que estoy entre los primeros 10.
Sostengo el paso "fuerte". Ya había pasado a algunos corredores y ahora quedaba mantener posiciones, nada más como un incentivo para que el ritmo siga siendo bueno.

Kilómetro 6. No había pelotones en la punta, los corredores ibamos más bien separados. Creo que solo los dos o tres primeros iban juntos, los de más atrás, "sueltos" y con una separación considerable entre nosotros.

Y ahí la "epifanía".

Kilómetro 7. Ocupado en la carrera, me despegué de los que venían atrás mio muy cerca. Y el de adelante, se había encargado hacía rato de irse lejos de mi vista.

SOLO. Me descubrí solo. En una carrera de 500 personas.
Con los que venían bien atrás, ya me había terminado de cruzar de frente. Y ahí la visión del bosque.
Es una carrera sobre ruta, sobre pavimento, pero esa ruta es lo único que te hace recordar a una carrera de calle típica. Todo alrededor es otro cielo de esos por donde a uno le gusta correr.

Fueron varios metros. Después de una curva miro hacia atrás, y nadie. Hacia adelante tampoco. Habrá sido poco menos de un kilómetro, que gracias a esas curvas, me dió la sensación de ser el "dueño" del bosque por unos minutos.

Ese fue mi regalo este año en la media maratón del Glaciar. Sentir eso que a veces sólo sentimos en un entrenamiento; correr y contemplar. No me había ocurrido muchas veces dentro de una carrera y haciendola con esfuerzo. Fue "detener la cabeza" o en realidad redirigirla y decirme a mí mismo; "mirá dónde estás corriendo".

Luego fui volviendo a tierra. Veo un fotógrafo en su privilegiado puesto, a la sombra de árboles milenarios. Una mesa de hidratación, y el último kilómetro en subida.

Llegué hasta el kilómetro 9 con un corredor cerca atrás mio...ahora sí lo veía.
El puesto es anecdótico. Pero esa cuesta rompecorazones fue el último esfuerzo hasta llegar al arco y terminar.

Faltando pocos metros, 100 o 200, Diego al costado del camino me alienta; "Vamos Lucho!, puro corazón!"... casi sin aliento tras terminar de subir, choco la palma de mi mano con la suya como respuesta, o al menos eso intento.

Es que sí; había corrido y terminado "a puro corazón". Ese mismo corazón que batía un compás al comenzar, ese que se fue agitando, ese que me acompaña siempre en el más lírico de los sentidos que pueda tener un corredor.
Ese que vió la soledad del kilómetro 7 y que sonrió conmigo, por ser juntos, los dueños del bosque por unos minutos.

Un corazón es, desde la más pragmática de las acepciones, un órgano, una "máquina" que bombea sangre; miocardio, endocardio, pericardio, ventrículo...

Pero así de maravilloso es nuestro cuerpo y nuestra vida. Podemos ponerle poesía a tanto tecnicismo.
Por eso prefiero imaginar a esa "máquina" como algo más amable, convertirlo en el testigo de mi contemplación.

La carrera terminó. Corran en el glaciar, háganlo.
Tal vez se encuentren a solas a pesar de estar entre mucha gente, y verán que la "mala prensa" que tiene la soledad está alimentada por gente que, seguramente, no corre.
Si lo hicieran, notarían que "sentirse solo" en semejante paisaje, es reencontrarse felizmente con uno mismo. Y corriendo, cómo no...


De repente, pájaros, bosque, cielo, humedad. Una sinfonía natural marcando el pulso de las cosas; "y todo mi corazón se vuelve delator"...


Llegar. Sonreir. Celebrar.


GRACIAS POR VENIR.

Twitter: @LuchoRunner





INFO EXTRA: Cómo correr la Media Maratón del glaciar?


Web oficial: http://maratondelglaciar.com/

FanPage: https://www.facebook.com/maratondelglaciar?fref=ts

Fecha de carrera: Abril de cada año

Lugar: Parque Nacional Los Glaciares. Provincia de Santa Cruz, Patagonia Argentina (Ver web oficial)

Organizador: RUN ARGENTINA




La vista del Perito Moreno desde las pasarelas, a metros de la largada de la carrera
(Foto: Tomy Coudures)

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VIDEO OFICIAL DE LA CARRERA:





VIDEO DE LA EDICIÓN 2013: 






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